Comunidad y acción comunitaria
Decálogo elaborado por el Conversatorio sobre Acción Comunitaria
Ainhoa
Berasaluze, Antonio Alcántara, Ariadna Manent, Asier Gallastegi, Auxi González,
Ayelen Losada, Carmen Ramos, Claudia Manyà, Elena Aguiló, Elena Masanas,
Enrique Pastor, Ernesto Ganuza, Ernesto Morales, Esteban Ruiz Ballesteros,
Fernando Fantova, Ferran Cortés, Gema Casero, Germán Jaraíz, Igor Ahedo, Imanol
Telleria, Jara Cubillo, Javier Segura, José Luis Fernández Casadevante, Luis
Bravo, María José Aguilar, Mariano Hernán, Marta Ballester, Marta Llobet, Marta
Sastre, Martín Zuñiga, Miren Arbelaitz, Nerea Zubillaga, Ricard Gomà, Tomás
Alberich, Tomás R. Villasante, Xavier Godàs
1 de mayo de 2023
1. Nuestro mundo de la acción comunitaria
Quienes hemos elaborado este texto somos personas
interesadas en el estudio e implicadas en la práctica de la acción comunitaria.
En este breve documento queremos plasmar un cierto y mínimo lenguaje común y
algunas visiones o concepciones básicas compartidas, con el fin de contribuir
al impulso y la mejora de nuestra acción comunitaria, sobre la base del
fortalecimiento de los lazos y colaboración entre nosotras y, por tanto, de una
mayor vertebración de nuestro mundo de la acción comunitaria; un mundo que es
de por sí diverso y cambiante y que está abierto siempre a nuevas personas,
experiencias y aportaciones.
2. Comunidad: realidad y proyecto, simultáneamente
Cuando hablamos de comunidades, en estas páginas,
nos referimos a realidades existentes. Las comunidades existen, las relaciones
comunitarias existen. Pero somos conscientes de que, en muchas ocasiones, la
comunidad es más un proyecto que una realidad. Quizá hablamos más de la
comunidad porque echamos de menos la comunidad. Muchas veces la comunidad a la
que nos referimos es una comunidad en construcción, incluso una comunidad
soñada: un proceso de profundización y extensión de relaciones y dinámicas
comunitarias que, en contextos de individualismo, desvinculación, expropiación
de la dimensión comunitaria de las personas y retroceso de la democracia, se
abre camino.
3. Comunidad: de qué estamos hablando
Hablar de comunidad es hablar de un grupo o un
conjunto de personas, de un sistema o ecosistema de relaciones, emociones y
referencias. La comunidad sería una realidad más reducida y abarcable que la
sociedad. Parece que el concepto de comunidad nos remite a una cierta
importancia, entre esas relaciones, de las relaciones primarias de afecto,
compromiso y reciprocidad (sean más intensas o más débiles) y de una cierta
autoidentificación e identificación desde fuera de unas personas (y no otras)
como miembros de la comunidad. La comunidad frecuentemente tiene conexión con
un territorio significativo y una historia más o menos narrada. Hablar de comunidad
también conduce a hablar de posibilidades de autoorganización solidaria,
economía colaborativa, institucionalidad de proximidad. De ciudadanía activa,
agencia política, democracia participativa. Ponemos el foco en la comunidad,
pero no desconocemos la existencia de determinaciones o determinantes
estructurales sociales que la atraviesan. También sabemos que no todos estos
ingredientes o rasgos son imprescindibles para que podamos hablar de comunidad
(puede haber realidades comunitarias en las que falte alguno de ellos).
4. La comunidad como realidad conflictiva y bien deseable
Sabemos que las comunidades pueden ser negativas,
dañinas y perniciosas y que en ellas encontramos barreras, segregación,
hostilidad, maltrato y violencia. Las 2 comunidades reales, en todo caso, son imperfectas y conflictivas y
están atravesadas por contradicciones y antagonismos. Rechazamos la visión
edulcorada, consensual y estática de la comunidad que oculta interesadamente
injusticias estructurales que rompen y deforman las comunidades y apostamos por
la construcción de comunidades participativas, equitativas y fraternas.
Afirmamos, en todo caso, que estar en comunidad, participar en relaciones,
redes y sistemas comunitarios es, en principio, bueno para las personas. Es
capital relacional y activo valioso para la persona. La comunidad, entonces,
puede ser un factor positivo para la calidad de vida y el bienestar de las
personas; espacio de acogida, hospitalidad, confianza, cuidado y protección;
así como articulador de la participación ciudadana para el bien común y el
interés general.
5. Acción comunitaria: hacia una delimitación
Llamamos acción comunitaria a una actuación
colaborativa, organizada e intencional de dinamización participativa de una
comunidad hacia un objetivo compartido, que busca su empoderamiento colectivo,
su transformación como sujeto consciente y la mejora de la vida de todas las
personas que son o pueden ser parte de ella. La acción comunitaria se apoya en
las dinámicas comunitarias realmente existentes e intenta ayudar a que sus
potencialidades se desarrollen y fructifiquen en comunidades abiertas e
inclusivas, catalizando los vínculos y las relaciones entre las personas. La
expresión intervención comunitaria (o trabajo comunitario) podría
referirse más bien a una acción comunitaria realizada por (o en la que
participan) profesionales. Desarrollo comunitario haría más bien
referencia a la finalidad de la acción comunitaria. En cualquier caso, acción
comunitaria parece ser la expresión en la que más tradiciones se pueden
reconocer y con la que más personas podemos sintonizar.
6. Enfoque, mirada, orientación, perspectiva
comunitaria
Hay actuaciones que, como tales, no pueden ser
consideradas en o por sí mismas como acción comunitaria pero que pueden ser
especialmente fértiles en su contribución a la generación de posibilidades de
acción comunitaria. Nos referimos a servicios, programas o intervenciones con
enfoque comunitario, mirada comunitaria, orientación comunitaria o perspectiva
comunitaria, que pueden realizarse en (o con) diferentes contextos, encuadres,
escenarios o ámbitos. Cuando se habla, por ejemplo, de atención comunitaria,
nos estamos refiriendo a servicios o intervenciones que tienen en cuenta la
dimensión comunitaria de las personas y se apoyan en (y dan soporte a) entornos
y relaciones comunitarias de las personas que reciben la atención. Compartir
enfoque, mirada, orientación o perspectiva comunitaria puede ser una buena base
para construir encargos explícitos y estrategias transformadoras de acción
comunitaria.
7. Acción comunitaria: instituciones públicas y sociedad civil
Son diversos los agentes que pueden realizar (o
tomar parte en) iniciativas de acción comunitaria. En todo caso, si hablamos de
acción comunitaria, la intervención del sector público (personas con
responsabilidades políticas y técnicas) ha de desencadenar necesariamente (o ser
activada por) un protagonismo de la sociedad civil, un aumento de la capacidad
de agencia de ésta, una potenciación de su acción colectiva. Acción colectiva
merecedora de compromiso y respeto como fuente que es de profundización
democrática a través de la cogestión de políticas públicas.
8. Acción comunitaria y ámbitos de actividad
En algunos casos la acción comunitaria es sectorial,
es decir, tiene lugar principalmente dentro de un determinado ámbito de
actividad, como puede ser, por ejemplo, el ámbito de la salud, de la educación,
de los servicios sociales, del empleo, del urbanismo, de la vivienda, de la
cultura, del turismo, de la seguridad u otros. En el caso de la acción
comunitaria sectorial hay una sinergia entre la finalidad propia del ámbito
(por ejemplo, en el caso del ámbito sanitario, la salud) y la finalidad
definitoria de la acción comunitaria (la construcción de comunidad) que realiza
aportaciones especialmente importantes en claves de prevención y promoción.
Lógicamente también existe la acción comunitaria que se realiza fuera o más
allá de los ámbitos sectoriales (o que los atraviesa y los conecta entre sí).
En cualquier caso, tanto las políticas públicas sectoriales como las
transversales ofrecen servicios y equipamientos (estructuras e infraestructuras
sociales) de proximidad que son importantes para la acción comunitaria.
9. Acción comunitaria, profesiones y disciplinas, metodologías y tecnologías
Cuando la acción comunitaria es diseñada, realizada
y evaluada por profesionales, hemos de entender que se trata de un campo en el
que operan diversas profesiones y disciplinas (o áreas de conocimiento). Cada
una de estas profesiones y disciplinas y todas ellas juntas disponen de un
acervo de metodologías y tecnologías comunitarias, mereciendo aquí una mención
especial la investigación-acción participativa. Apostamos por una acción
comunitaria con aliento ético y por más investigación y evaluación que nos
permitan contar con evidencias que sean cada vez más convincentes para impulsar
la acción comunitaria.
10. Vertebrando nuestro mundo de la acción comunitaria
Las personas que hemos elaborado este sencillo documento (integrantes, por ello, del que hemos llamado Conversatorio sobre Acción Comunitaria) nos damos la mano y la ofrecemos a otras personas para seguir vertebrando nuestro mundo de la acción comunitaria, para ir profundizando y desarrollando lo que decimos en él. Y sobre todo nos comprometemos a seguir llevándolo a la práctica en una acción comunitaria que queremos cada día más extendida y transformadora.
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